Entrevista a Carlos Maslatón: ''Lo que no puedo tener original, lo fabrico como tal''
- Ilaria Landini
- 6 abr
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Actualizado: 6 abr
Entre mármol, banderas y esculturas, Carlos Maslatón despliega su universo personal: una casa convertida en manifiesto, donde todo —desde una soda hasta una bandera— responde a una lógica propia.
La precisión con la que Carlos Maslatón se desplaza entre pisos de mármol dolomita y esculturas de casi media tonelada es la de un hombre regido por una obsesión: la del detalle absoluto.
Esta característica no se limita a los números ni al foro de Twitter; se extiende a cada recoveco de sus dos pisos en el icónico edificio Kavanagh, a la orientación exacta de un cuadro, a un picaporte original, a la música que suena en su computadora o al orden impecable de su colección de sodas. Ahí adentro, todo obedece a una lógica interna que Maslatón parece custodiar con la misma devoción con la que otros rezan.
Desde la arquitectura brutalista de la Escuela Paulista que domina el primer piso hasta la estética art decó que define el dieciocho, Maslatón compuso un manifiesto visual que mezcla historia, arte y diseño con rigurosidad casi quirúrgica.
"Desde los veintipico que me empecé a interesar por el arte, a investigar, a leer. Siempre, te digo, como un mero consumidor porque no soy experto''
Maslatón creció en una Buenos Aires donde el Art Decó de los años '30 y '40 todavía sobrevivía en portales, herrajes y vitrales, aunque empezaba a ser barrido por la idea de progreso. Durante los años '60, mientras el país tiraba abajo todo lo que olía a viejo, él caminaba las calles sin saber que décadas más tarde recuperaría esa estética como quien recupera una parte enterrada de sí mismo. A fines de los '80, cuando en ciudades como Nueva York o Miami empezaron a restaurar lo que acá se había despreciado, entendió el origen de su impulso: eso que veía resurgir era lo mismo que había observado de chico, casi sin saberlo, en los bordes de su infancia.
El interés por el arte vino después, como una fascinación progresiva que fue creciendo en la lectura, en la observación, en el deseo de poseer objetos que formen parte de la historia de su país. Nunca desde el saber técnico —“no soy experto”, aclara— sino desde el lugar del consumidor. Por esto es que le interesa relacionarse con los artistas a los que les compra, de hecho, conversa con ellos para crear una obra nueva o hacer cualquier modificación. Devuelta: el detalle.
"La patria para mí es una cosa muy importante''
En su departamento conviven esculturas de Alfredo Bigatti —autor junto a José Fioravanti del Monumento a la Bandera—, obras del pintor Miguel D'Arienzo, y piezas de artistas contemporáneos que dialogan con la historia nacional desde lo simbólico y lo formal. Cada objeto tiene un relato, una capa de sentido, un vínculo directo con quien lo hizo. La bandera de plata de Pallarols, por ejemplo, no fue encargada como adorno sino como símbolo: tiene soles, escarapelas, laureles, olivos y un águila guerrera que remite a la canción Aurora. Maslatón la muestra con orgullo como emblema de su identidad liberal.
Dice que no come en su casa. Que, con suerte, usará la mesa del comedor dos veces por año. La otra mesa, la de su escritorio, es la que aparece de fondo en sus transmisiones por Zoom, con una bandera de plata hecha por Juan Carlos Pallarols desplegada en el fondo como escenografía ideológica. También dice que con Mariquita, su esposa, duermen algunos días arriba y otros abajo. No hay una lógica fija: es una elección totalmente aleatoria, dictada por el humor del día, por una preferencia momentánea. Para eso, claro, se impone un sistema: tienen dos pares de todo. Dos juegos de platos, dos heladeras, dos guardarropas, dos despensas. ‘‘Cada nivel es una unidad autosuficiente, lista para ser habitada sin depender del otro’’, comenta.
De adolescente, cuando estudiaba en el colegio Nicolás Avellaneda o fundaba la agrupación universitaria UPAU, jamás se imaginó que iba a terminar viviendo en dos pisos del Kavanagh, rodeado de mármol, esculturas y pinturas diseñadas a pedido. Esta vida, dice, no estaba en sus planes.
Vi el video por Youtube, independiente del valor de las obras, estéticamente hablando, la decoración del depto es absolutamente gélida, ni un atisbo de calidez. Lastima por qué la propiedad merece otra cosa l respecto.sa