El peligro de Taiwán
- Francisco Taiana
- 10 jul
- 4 Min. de lectura
El ascenso del nacionalismo taiwanés, el deterioro del statu quo y la incertidumbre global transforman a Taiwán en el epicentro de una posible crisis geopolítica del siglo XXI

En los últimos años, ha sido posible detectar un notable deterioro en las relaciones entre la República Popular China (RPC) y las autoridades en Taiwán; lo cual ha convertido a la isla en uno de los puntos geopolíticamente más sensibles del tablero internacional actual.
Para entender cómo se ha llegado a esta situación, se debe hacer una breve revisión de la historia de las relaciones a través del Estrecho desde mediados de siglo XX hasta la actualidad. El actual statu quo entre Taiwán y el resto de China es resultado de la victoria decisiva de la Revolución China y la fundación de la RPC el 1ero de octubre de 1949. Esto provocó la relocalización del gobierno de la República China (RC) y sus fuerzas armadas a la isla de Taiwán, que se ha mantenido por fuera del control efectivo de Beijing.
Desde entonces, la situación ha permanecido esencialmente inalterada debido a cuatro factores centrales. En primer lugar, se debe considerar al Principio de Una Sola China, por el cual tanto la RPC como la RC sostienen ser el único gobierno legítimo de toda China; estableciendo que China es un país único e indivisible. En segundo lugar, se encuentra la disputa entre Beijing y Taipei para obtener reconocimiento diplomático en el plano internacional. En tercer lugar, el equilibrio de fuerzas militares hasta el momento nunca ha garantizado una victoria militar de alguna de las partes en el caso del estallido de un conflicto bélico. Por último, el statu quo también responde a los sistemas internacionales bipolar (1945-1991) y unipolar (1991-2008), que limitaron el margen diplomático para intentar resolver la Cuestión de Taiwán por distintos medios.

Sin embargo, los factores anteriormente mencionados han experimentado una sostenida transformación en épocas recientes. En cuanto concierne al Principio de Una Sola China, esta ha visto disminuir progresivamente su apoyo en Taiwán debido a la emergencia en años recientes de un nuevo fenómeno político: el nacionalismo taiwanés.
Este fenómeno, particularmente popular entre las nuevas generaciones, busca la construcción de una identidad taiwanesa separada de la nación china y sostiene una clara tendencia independentista. Esto representa un cambio profundo con la tradición política de la isla, que no se puede separar del fracaso cada vez más evidente del intento del gobierno en Taipei de presentarse ante los ojos de la comunidad internacional como el único gobierno legítimo de toda China.
Dentro de este espacio ideológico, el exponente más notable ha sido el Partido Demócrata Progresista (PDP), fundado en 1986 y que ha gobernado la isla de manera continuada desde 2016. Tanto la popularización del nacionalismo taiwanés como los casi diez años de gobierno del PDP han consolidado un sentido identitario entre importantes sectores de la sociedad, dificultando la probabilidad de una reunificación pacífica de China.
A su vez, el reconocimiento internacional de la RC está cayendo en un punto crítico. En la actualidad, el gobierno en Taiwán cuenta con el reconocimiento diplomático formal por parte de solo 11 miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Santa Sede. De continuar esta tendencia, los gobernantes de la isla podrían verse incentivados a abandonar la pretensión de presentarse formalmente como el gobierno de China y reinventarse, por ejemplo, como la República de Taiwán. Esto le abriría a Taipei un nuevo horizonte de posibilidades diplomáticas en el ámbito internacional, aunque también significaría una declaración de independencia de China, lo cual muy probablemente desencadenaría una guerra.

En la dimensión estrictamente militar, el primer cuarto del siglo XXI ha sido testigo de una masiva expansión y modernización del Ejército Popular de Liberación (EPL); particularmente con relación a sus capacidades navales y anfibias. Si bien cualquier conflicto sobre Taiwán siempre implicaría serios desafíos estratégicos, logísticos y operativos, la tendencia actual sugiere que para Taipei la ventana de oportunidad para declarar la independencia y resistir exitosamente un subsecuente e inevitable conflicto armado se está achicando día a día.
Mientras que esto podría sugerir que un intento de separatismo taiwanés se iría volviendo menos probable con el correr de los años, también es posible que esta tendencia le agrega un sentido de urgencia a la agenda de los sectores independentista, quienes podrían optar por actuar de manera decisiva mientras aún exista una escasa posibilidad de éxito.
Por último, se debe considerar el fin del sistema unipolar y la actual emergencia y consolidación de un sistema multipolar. En este nuevo escenario, la fuerza relativa de la actual potencia hegemónica, los EEUU, ha ido declinando de manera sostenida y, en consecuencia, se puede apreciar una resurrección de la competencia entre grandes potencias y la multiplicación de conflictos alrededor del globo. Ante este escenario crecientemente imprevisible y con conflictos militares a gran escala ocurriendo de manera paralela en Europa, Medio Oriente y África, el potencial involucramiento de Washington ante un conflicto sobre Taiwán se vuelve más incierto que nunca. Y, es precisamente en esta incertidumbre donde reside el mayor peligro de que cualquiera de las múltiples partes involucradas en la Cuestión de Taiwán pueda cometer un error de cálculo y desatar un conflicto que podría definir la historia del siglo XXI.




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